Es enero, ¿nos divorciamos?

Ideas para afrontar la crisis en pareja.


“Año nuevo, vida nueva” se dice cada comienzo de enero, y al llegar diciembre estamos volviendo a hacer propósitos con el deseo de que se cumplan. La idea es buena, hacer proyectos, tener deseos, ilusionarse por el futuro, etc. Pero gran parte de esos proyectos quedan en ideas sin verse plasmados en la realidad de cada individuo. El cambio de año es un factor externo a nosotros que nos impulsa a esforzarnos. Pero para un cambio duradero es necesario tener un impulso interno, lo que entendemos muchas veces por una convicción profunda. Para evitar el desánimo y la sensación de fracaso, conviene hacer un análisis concreto de qué se quiere conseguir (objetivo), de cómo se va a conseguir (estrategias), de qué pasos hay que dar para llegar a ello (metas) y de por qué se quiere lograr (motivación o valor).

En esta ocasión quisiera utilizar el momento socioeconómico en el que nos encontramos para hacer un análisis de las relaciones afectivas. Cuando uno está en crisis puede verse colapsado, desanimado, frustrado, etc. Conozco a personas que dejan de buscar trabajo por todas las veces que lo han intentado sin resultados y por lo que las estadísticas del paro les recuerdan. También los hay que querían emprender un negocio, pero bajo este panorama se retraen y prefieren no intentarlo. Bajo este estado de ánimo es fácil que se dejen de hacer cosas, o bien, se hagan en exceso dando palos de ciego, deseando desesperadamente una mejora inmediata.

A día de hoy muchas parejas, al igual que la sociedad, se encuentran en crisis. Esta situación es afrontada de distinta manera por cada persona. Algunos se plantean el divorcio como única solución, otros ven la separación temporal como un alivio momentáneo, otros optan por aislarse, por dar lo mínimo a la pareja, otros realizan viajes o actividades que sirvan para avivar, aunque sea temporalmente, la pasión, etc. Cuando esa relación, en la que uno se embauco con esperanza y determinación, hoy es indeseable, asfixiante o distante, decimos que la pareja está en crisis. Ante esa crisis la calma es fundamental para poder analizar cómo hemos llegado allí y qué podemos hacer para lograr el cambio. Y ese análisis es precisamente el que trato de realizar en éste artículo.

A continuación tres cosas a tener en cuenta en el análisis de la relación de pareja en momentos de crisis:

Asumir: Por lo general uno tiende a ver la culpa en factores externos. En terapia de pareja he escuchado cosas como “yo sería más cariñosa si el fuera más comunicativo conmigo”, “ me enfado porque él no es como yo quiero”, “si no fuera por su forma de ser tan exigente y su mal carácter, yo no habría sido infiel” y un largo etcétera. Es fácil asumir que la mayor parte de culpa está en nuestra pareja y no en nosotros, que si fuera por nosotros las cosas se habrían hecho de otra manera. Incluso siendo cierto esto, siempre hay algo que está en nuestra mano, siempre tenemos parte de responsabilidad en la pareja, aunque sea la de permitir o no. Si estamos en una crisis y nada depende de nosotros, entonces sólo podemos esperar a que algo suceda o abandonar el barco. Pero en el momento que asumimos, aunque sea una mínima parte de responsabilidad, nos damos cuenta de que hay algo que podemos hacer para el cambio. Asumir no es culparse o condenarse, es reconocer, darse cuenta. Cuando asumimos, estamos más cerca del cambio.

Recordar: En las crisis podemos vernos estancados y perdidos, dudando de que se pueda salir de esta situación. Los errores del pasado, a veces nos persiguen hasta el presente, salpicando incluso el futuro. En una pareja que está en “banca rota” se observa la facilidad que se tiene para reprocharse cosas del pasado. Salen frases que comienzan por: “si hubieras hecho o dejado de hacer”. Se pierde la perspectiva del progreso, de todo lo que se ha superado. Se tienden a olvidar los méritos logrados. Para acercarse a una posición de equilibrio y bienestar afectivo, es interesante que la pareja recuerde cómo comenzó, por qué se enamoró, qué cosas han hecho juntos, qué cosas han atravesado unidos, etc. Esto fortalece la fe en la relación. Cuando recordamos todo lo que ya hemos avanzado de manera exitosa nos enfrentamos con más ganas al futuro.

Proyectarse: En los medios de comunicación se habla de una generación que ha perdido la capacidad de soñar. Cuando uno piensa en el futuro y no ve una mejoría de sus circunstancias actuales, deja de esperar con ilusión el cambio, se resigna o rechaza el presente. En una pareja la capacidad de proyectarse en el futuro aumenta tres características esenciales: la pasión, la intimidad y el compromiso. Si pensamos que hay algo por lo que luchar y que merece la pena, emplearemos todas nuestras fuerzas y voluntad en ello. Si piensas “esta relación no va a ninguna parte” es probable que no lo haga. Si deseas que la relación mejore hay que concretar objetivos en la pareja. Objetivos no es lo mismo que exigencias. Por ejemplo, un objetivo en pareja puede ser tener una comunicación más íntima y positiva. Para ello puedo ponerme pequeñas metas que me ayuden a lograrlo. Ejemplo de estas pequeñas metas puede ser pasar 10 minutos todas las noches diciendo lo que nos ha gustado hoy el uno del otro, dar un paseo de 30 minutos los sábados recordando cosas de cuando nos enamoramos, tomar un café los domingos por la tarde en un sitio especial, etc. Cada persona tiene objetivos o al menos deseos como individuo y otros que se descubren en la relación afectiva. Los proyectos mantienen viva la emoción de conseguirlos mientras nos aproximamos a ellos.

La relaciones de pareja no son siempre fáciles, pero tampoco lo es la vida en general. La mayor satisfacción no viene de el mínimo esfuerzo sino de aquello que nos ha costado, pero hemos alcanzado. Pequeños cambios en el día a día de la pareja pueden producir un gran cambio en el futuro de ésta.



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