Iguales pero diferentes:

¿Son los hombres y las mujeres realmente diferentes? ¿Son todos los hombres iguales? ¿Son las mujeres demasiado complicadas? Si existen, ¿cuáles son esas diferencias? ¿Cómo afectan esas diferencias a las relaciones?


Podríamos hablar de las similitudes entre hombres y mujeres; puede que estas, sean más que las diferencias. Podríamos pasar por alto las variaciones entre hombres y mujeres, pero estaríamos ignorando una realidad que queda reflejada en la forma de comunicación y de interpretación. Estamos de acuerdo en los muchos parecidos que entre un género y otro se dan, en especial en apoyar la lucha por la igualdad de derechos y de oportunidades. No es, en absoluto, incompatible reconocer las diferencias con la anterior afirmación. Al contrario, entender que somos diferentes nos ayuda a encontrar la unión desde la aceptación. Por lo tanto, podemos comenzar este espacio reconociendo que somos iguales pero diferentes, para así poder detenernos en la explicación de las distinciones.

El propósito por el que hablamos de diferencias va más allá de informar, lo que buscamos es la mejora de las relaciones, la resolución eficaz de conflictos y una mayor satisfacción para ambos sexos. Por ello, creemos que hablar de diferencias nos ayuda a acercarnos.


Tipos de diferencias:

Genéticas:

La principal diferencia esta en un cromosoma que diferencia a la mujer (XX) y al hombre (XY). En el cromosoma Y hay un gen llamado SRI que es el responsable de convertir el tejido indiferenciado en testículos que segregan grandes cantidades de hormonas masculinas.

Hasta las ocho semanas de gestación, hombres y mujeres, tienen circuitos cerebrales idénticos. El cerebro original del feto es unisex hasta las 8 semanas de embarazo. Cuando en los futuros niños aparecen los testículos, que empiezan a bombear grandes cantidades de testosterona y marinan los circuitos cerebrales, algunas células en los centros de comunicación mueren y, a su vez, crecen otras en los centros sexuales y de agresión. Y se dan fenómenos como, por ejemplo, que en el área cerebral que rige el impulso sexual en los niños las células se multiplican, como mínimo, por dos. En cambio, el cerebro femenino no se ve afectado. Una consecuencia para los fetos femeninos es que sus células cerebrales desarrollarán más conexiones en los centros de comunicación y en las áreas que procesan la emoción.

Fisiológicas:

Diferentes cuerpos y diferente maduración. Diferencias en la talla, peso, capacidad pulmonar, tamaño del corazón, consumo de calorías mayor en el hombre, etc.

La piel femenina es más delgada y receptiva al tacto. La masculina tiene más glándulas sebáceas y sudoríparas, es decir, desprenden un olor más fuerte.

El olfato de las mujeres es más agudo que el de los hombres. Por ello los aromas cobran especial importancia para estas, una mujer puede perder la excitación sexual rápidamente ante un olor desagradable.

Las mujeres oyen los sonidos más débiles. En cambio, los hombres tienen más agudeza visual en lo que a perspectiva y profundidad se refiere. Las mujeres tienen un ángulo de visión más amplia.

Educativas:

A las mujeres se les enseña desde la cuna a desarrollar las siguientes cualidades en sus relaciones: conexión, cooperación, franqueza, comprensión e intimidad.

A los hombres se les educa a desarrollar estas cualidades en sus relaciones: fuerza, poder, respeto, posición e independencia.

Además, se fomenta en las mujeres el “sentirse deseada” y en el hombre la de “desear”. Los medios de comunicación usan a la mujer como objeto de deseo en anuncios que se dirigen tanto a hombres como a mujeres.

En las niñas se fomenta la idea del “príncipe azul”, ese hombre que te quiera y te haga feliz. La razón que muchas mujeres dan para romper un matrimonio es “ya no me haces feliz”. A los niños se les crea la esperanza de llegar a ser “un héroe que rescate a la princesa”, es decir ser el hombre necesario y suficiente que cubra las necesidades de una mujer. En más de una ocasión en la terapia de pareja se escucha la queja del hombre que ya no se siente capaz de satisfacer a su mujer, que se siente frustrado por no ser lo que supuestamente creía que debía de ser para ella.

En todos los lugares del mundo y en todas las culturas hay constancia de distintas conductas entre niños y niñas. Por ello se cree que las diferencias de género van más allá de la educación aunque esta tiene un fuerte papel mediador.

Cerebrales y hormonales:

La zona del estímulo sexual es el doble, o más, mayor en el cerebro masculino que en el femenino. Además, durante la pubertad (entre los 9 y los 15 años) la testosterona aumenta en los hombres multiplicándose por 25. Esta testosterona comienza a activar los circuitos en el cerebro masculino de estímulo sexual. Aumentando la conducta y los pensamientos de contenido sexual en los hombres. De este modo los hombres comienzan a desear a las mujeres y a tener sus primeras fantasías sexuales hacia ellas.

En la mujer también ocurren cambios, los estrógenos aumentan y también lo hace en menor medida la testosterona. Las mujeres comienzan a desear ser sexualmente atractivas para los hombres. En todas las culturas aparecen conductas de “adornamiento”. Además, esta conducta de ponerse más atractiva aumenta los días antes de la menstruación.

Por otro lado, tal y como muestra Louann Brizendine en su libro “El cerebro femenino”, el hipocampo es ligeramente más grande en el cerebro de ellas. El hipocampo es el área del cerebro que viene a ser como el disco duro que registra los datos emocionales. Esta autora da así la explicación a porque una mujer no olvida la pelea que tuvo con su marido después de diez años.

El cerebro femenino también posee mayor cantidad y más actividad de neuronas espejo para la empatía, estas son las encargadas de interpretar las emociones que los demás expresan y poder expresar nuestra comprensión.

Comportamiento y reacciones

Tanto hombres como mujeres buscan la intimidad, pero la forma en la que esto se produce es distinta. Para muchas mujeres intimar en una relación se realiza mediante el habla. Para los hombres la vía más fácil es a través de actividades físicas. Cuando una mujer quiere tratar algo íntimo de la pareja puede dirigirse a su pareja diciendo “tenemos que hablar”, en cambio, un hombre suele invitarla a cenar o a realizar algún tipo de actividad. Esto no significan que los hombres no puedan sólo hablar o que las mujeres no quieran disfrutar de actividades, sino que la forma de percibir y buscar la intimidad es distinta en muchos casos.

El impacto del estrés, afecta de forma distinta a hombres y a mujeres. Muchas mujeres, para sentir un orgasmo “pleno” necesitan estar tranquilas y no estresadas, de hecho, su interés sexual disminuye. En cambio, tal y como explica la bióloga Louann Brizendine, los hombres, aumentan su apetito sexual en condiciones de estrés.

Las fases de la respuesta sexual se llaman del mismo modo, pero la forma en las que estas se producen, varían entre hombres y mujeres y de unas mujeres a otras mucho más que entre los varones.


Antes de concluir con las diferencias, es importante entender que tendencia no es lo mismo que suceso. Podemos tener una tendencia a determinada conducta y que ésta no ocurra.



Read Users' Comments ( 0 )