
Son
tantas las parejas que me explican cómo, desde que las cosas les van peor
económicamente, su relación de pareja esta en crisis. Incluso he llegado a
escuchar la asociación “por culpa de la crisis nos vamos a separar”. Uno se
pregunta qué hay de cierto en todo esto, ¿acaso tendrá la crisis el poder de
destruir una relación?
Creo
que las parejas pasan por situaciones que prueban la consistencia de una
relación. Desde luego la crisis podría ser una de esas situaciones. Pero no es
el factor externo el que empeora la dinámica de una pareja, ni mucho menos lo
que la rompe. Si fuera la crisis la que destroza una relación, todas las
parejas que están siendo afectadas se romperían. Esto no sólo no es así, sino
que hay personas que están fortaleciendo sus lazos afectivos a pesar de una
precaria situación económica. Se trata más bien de la forma de enfrentarse a
los problemas lo que determina las consecuencias que estos tendrán para
nosotros.
Toda
nueva situación requiere una adaptación, un ajuste de expectativas, objetivos y
acuerdos. Si antes los dos trabajaban, y ahora sólo uno de ellos lo hace, será
necesario entender que la persona que se está quedando en casa sigue siendo
útil y aporta una parte importante en la convivencia diaria. Otro ejemplo, si
antes salíamos a cenar todos los fines de semana y de ese modo nos comunicábamos más y nos
sentíamos más unidos, ahora, puede que tengamos que reubicar ese momento de
comunicación en una actividad que no implique el mismo gasto de dinero. Es
decir, es imprescindible adaptarse para poder seguir avanzando juntos.
El
amor puede encontrar una vía de crecimiento cuando vienen los problemas, cuando
no es fácil, cuando requiere esfuerzo. Si un matrimonio ya tenía grietas en la
relación, con la crisis se puede resquebrajar. Sí que puede influir pero no es
nunca la causa directa. Quizá, necesitemos recordar que todos somos
responsables de nuestras conductas, seres volitivos. Y que, si queremos que
nuestra relación funcione a pesar de los problemas, tenemos que asumir una
parte de esa responsabilidad y enfocarnos en buscar soluciones, y no tanto
culpables del estado de la relación. Siempre podemos hacer algo, y cuando no
hacemos nada, ya estamos haciendo algo. Por eso necesitamos reaccionar con
motivación y esperanza para reponer nuestra relación con una perspectiva de
equipo que lucha por superar los obstáculos.
Si
hay objetivos, hay proyección. Y, si hay proyección, habrá esperanza.