"Lo siento cariño, hoy también me duele la cabeza".

Deseo sexual hipoactivo en la mujer:


Deseo sexual hipoactivo se refiere a cuando la líbido está por debajo de lo normal durante un periodo relativamente largo de tiempo. Esto de “normal” deja muchas preguntas

sin resolver. Si observamos los resultados tan dispares de la encuesta, realizada por Durex, sobre la frecuencia de relaciones sexuales, veríamos que no es fácil definir lo normal en lo que a este tema se refiere. Según este estudio es Grecia el país que más veces hace el amor, el 87% de su población lo hace al menos una vez por semana. En el polo opuesto está Japón, con sólo un 34%. Pero, ¿acaso están insatisfechos los japoneses? o ¿consideran suficiente los griegos mantener un encuentro sexual a la semana? Las diferencias, no s

on sólo culturales, si rascamos un poco más en la población de un mismo país veremos la cantidad de variaciones entre personas. Por no mencionar las diferencias de género, que también están a la vista.


La disminución del deseo sexual cómo disfunción no es únicamente femenina, pero es mucho menos frecuente que se de en los hombres. Por eso en este artículo lo vamos a centrar en las mujeres. Dicho sea de paso, que todo hombre que quiera entender más sobre el funcionamiento sexual femenino, hará bien en leerlo.


La consulta más frecuente que hacen las mujeres que solicitan terapia sexual está directamente relacionada con el deseo sexual hipoactivo (DSH): falta de interés en el sexo, ausencia de fantasía sexual y baja frecuencia de actividad sexual de forma persistente o recurrente.


¿Por que se produce?


En el acto sexual se distinguen cinco fases por los diferentes cambios fisiológicos que se experimentan en el cuerpo. Las etapas son: deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución. Es importante distinguirlas para disfrutar de cada una de ellas, entendiendo el sexo cómo algo más amplio y duradero que la penetración. La complicación, de la disfunción que estamos tratando, está en que afecta al deseo, que es la primera fase del acto sexual. Se tarda mucho en acudir a terapia, en detectar el problema, porque si no hay deseo no se vive tan dramáticamente como cuando hay deseo pero falla alguna otra fase posterior.


El bajo deseo sexual se asocia a menudo con otros problemas en la pareja. De modo que no se vive cómo una dificultad sexual sino cómo un distanciamiento emocional. Pueden darse ambas cosas paulatinamente pero primará la resolución del conflicto en el matrimonio.


La disminución del deseo sexual también se relaciona con un alto consumo de alcohol u otras drogas. Hay ciertos fármacos, entre otros los antidepresivos que tiene como un efecto secundario la disminución de la líbido.


Además, se distingue el DSH primario (cuando nunca hubo deseo sexual) y secundario (existió deseo anteriormente pero actualmente ha disminuido o desaparecido). El mejor pronóstico siempre se lo lleva el secundario, aunque ambos tipos son susceptibles de mejoras con el tratamiento.


Como ya hemos dicho, no existe un criterio diagnóstico que diga que cantidad de deseo sexual es normal y cual es escasa. Por lo tanto el diagnóstico se ajusta al criterio del propio paciente, sus circunstancias, edad, cultura, etc.


Muchas mujeres vienen a la consulta frustradas por no tener un deseo sexual como el de su marido. Comentan “parece que el siempre está dispuesto”, se comparan y se exigen sentir más de lo que sienten. A veces acceden a tener relaciones “porque toca” sin tener el deseo. Por si fuera poco son muchos los casos en los que la mujer pierde el deseo y el hombre lo aumenta. Por todo ello es mejor evitar las comparaciones y buscar la satisfacción propia y de la pareja, y es en esa dirección donde ambos deben luchar, evitando los reproches y creando una base de comunicación comprensiva y positiva.


Algunos consejos:


En todas las disfunciones sexuales se recomienda acudir al especialista, pero en el caso de DSH la re

comendación es aun más importante puesto que se trata de un tema más complicado y cuyo tratamiento es más lento.


Aún así hay muchas cosas que se pueden hacer para mejorar la situación actual o incluso prevenir.


Es importante distinguir el sexo del afecto. Muchos hombres interpretan que su reclamo de tener relaciones es una forma de mostrar afecto puesto que convierten a su mujer en el objeto de su excitación. Esto no se vive de la misma forma por una gran mayoría de mujeres. Ellas no se sienten “dispuestas” si primero no se sienten queridas y valoradas por su pareja. Por ello es importante cultivar la pareja en el campo de la comunicación afectiva. La forma de tratarse debe partir de la aceptación del otro y no desde las exigencias y el reproche. Muchas veces se da por sentado que la pareja sabe que es querida, pero no está de más decirlo más a menudo. Hay mujeres que desearían ser más expresivas afectivamente con su pareja pero no lo son porque asocian la muestra de cariño con la consecuente relación sexual. Es conveniente que la mujer pueda sentir que no necesariamente su pareja esta siendo cariñosa porque quiere hacer el amor.


La comunicación clara y comprensiva es siempre una ayuda muy eficaz para mejorar las relaciones sexuales. Eso se logra cuando hay una base de confianza con la pareja. Por ello muchas relaciones de “fin de semana” dejan a una de las partes frustrada pues no existe ese margen donde poder explicar lo que a uno le gusta y lo que no. Hay mujeres que no disfrutan como a ellas les gustaría y no se lo dicen a su pareja por miedo a herir sus sentimientos o por desconocimiento d

e su propia sexualidad. Una forma de poder hablar con la pareja es desde un enfoque positivo. Decir primero lo que si te gusta, lo que si disfrutas. Explicar que ciertas cosas no te excitan tanto como otras, es decir, no sólo comunicar lo que no te gusta sino ofrecer una alternativa de lo que crees que podría funcionar mejor.


Entendiendo que el estrés es una fuente inhibidora del deseo, es conveniente encontrar momentos que nos aíslen de estas fuentes. Por ejemplo, quedar a tomar algo fuera de casa. Unas vacaciones, aunque sea un día en el campo o en la playa. Al principio de la relación se crean muchas situaciones románticas donde conocer y conquistar a la persona deseada. Más necesario es aún con el paso del tiempo generar etas situaciones y disfrutar de la persona que deseamos.


El sexo no se ciñe al coito. Es algo más amplio. Involucrar todos los sentidos en este aspecto es un elixir de la excitación. Generar expectación. Por ejemplo, a una mujer no le excita tanto que le toquen directamente los pechos como si se hace con el juego previo que insinúa el acercamiento a estos. Distinguir entre caricias sensuales (por todo el cuerpo) y sexuales (en las zonas erógenas). Los aromas, los sonidos, la decoración, etc. son cosas que ayudan a implicar a otros sentidos además del tacto.


Se puede mejorar y la terapia es de gran ayuda. Es mejor evitar el paso del tiempo y trabajar juntos, guiados por un especialista, en la dirección que beneficie a ambos miembros.




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