El amor: una potente medicna para mejorar la salud.

En nuestra sociedad somos, cada vez, más conscientes de nuestra salud, aunque eso no siempre se traduzca en comportamientos consecuentes. Es frecuente acudir a un supermercado y encontrar entre sus productos varios que contengan la etiqueta de “bio” refiriéndose a alimentos ecológicos. Incluso hay supermercados exclusivamente de este tipo de artículos. Del mismo modo proliferan en nuestro país los herbolarios, ofreciendo una multitud de productos naturales destinados a la mejora de la salud. Entre ellos proliferan también los dietéticos. Y hablando de cultivar el físico, los gimnasios se llenan de personas que, con una u otra motivación, tratan de mejorar su tono muscular, su cuerpo o simplemente mantenerse en buena forma. Sin hablar de todas aquellas maneras de intervenir en la salud; desde la relajación, como puede ser acudir a clases de yoga o similares a la moda de las múltiples terapias que se ofrecen en los SPA destinados al bienestar personal.


Paradójicamente, en medio de este marco social donde proliferan tantas formas de mejora de la salud y de disminuir el estrés, aumenta la demanda de fármacos para combatir la ansiedad y superar la depresión. Muchas personas acuden al psicólogo con la queja de que se sienten tristes, “apagados” o simplemente vacíos. Parece ser que la insatisfacción es algo que salpica las vidas, dejándolas sin fuerzas ni motivación. No podemos limitarnos a echarle la culpa a nuestra situación socio-económica. El cambio más efectivo siempre será el que se produce desde dentro hacia fuera.


Por suerte, existen múltiples formas de enfrentarse al desánimo, de activarse, de trazarse objetivos y de superar la apatía. Como psicóloga, sé de primera mano que la terapia es efectiva, que ayuda y que sirve para provocar un cambio en positivo. Pero en esta ocasión quiero hablar de algo mucho más sencillo, más al alcance y más intenso. Quisiera referirme a una potente medicina para la mejora de la salud. Se trata del AMOR. La ciencia comprueba, en ocasiones, lo que sin teorías previas y sin saber cómo, ya habíamos experimentado. Por ejemplo, que el amor previene de enfermedades y al mismo tiempo ayuda a superarlas.


El primer estado del amor en una pareja suele ser el enamoramiento. En esta etapa, nuestro cerebro se encarga de hacernos la vida mucho más activa e intensa. El enamoramiento es un cóctel de hormonas y neurotransmisores. Este proceso químico tiene origen en el cerebro pero afecta a todo nuestro organismo. A continuación, comentamos algunos de ellos:


    • Feniletilamina: Es un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas. Es lo que podríamos entender como la flecha de Cupido, ya que se dice que es la encargada del enamoramiento. Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, sugirieron que es la responsable de los cambios físicos que experimentamos cuando nos enamoramos. Como, por ejemplo, ponerse rojo, sentir “mariposas en el estómago”, temblores, etc. Además dijeron que su producción puede desencadenarse por actos tan simples como un cruce de miradas, un roce o un apretón de manos.


    • Dopamina: Es una hormona y un neurotransmisor que actúa directamente sobre la motivación y el placer. Nos ayuda a repetir conductas placenteras enfocadas a un objetivo. Por ejemplo, escribir mensajes de amor o llamar por teléfono, sonreir, mostrarnos amables, en definitiva todo aquello destinado a expresar nuestro amor y a conseguir algún tipo de reciprocidad por parte de la otra persona (aunque sólo sea escuchar su voz).


    • Norepirefrina: Es conocida como la hormona del estrés. Influye de forma notable en el ritmo cardiaco. Éste puede aumentar hasta 130 pulsaciones por minuto. También afecta a la atención y al estado de ánimo. Su aumento nos hace estar mucho más atentos y sensibles a la persona a la que amamos y nos sentimos más felices a su lado. La antropóloga Helen Fischer observó su aumento en el cerebro de quienes decían estar “lócamente enamorados”. Este neurotransmisor produce euforia e hiperactividad. Lo que hacemos es darnos por completo, hacer todo lo que éste en nuestra mano por mimar y cuidar al otro. Lo que se ve desde fuera es algo así como si nos hubieran hipnotizado y aún si hubiera un terremoto seguiríamos mirando a nuestro amor.


    • Melatonina: Se relaciona con el ciclo sueño-vigilia, por ello en verano, cuando los días son más largos y más luminosos, aumenta la producción de melatonina (entre otras) y esto se traduce en un aumento del deseo sexual. Su déficit se relaciona con el imsonio, la depresión y la aceleración del envejecimiento. Previene el envejecimiento prematuro y aumenta la sensación interna de vitalidad. Por eso cuando estamos enamorados no sólo nos vemos mejor, nos ven mejor y también vemos mejor, todo nos parece más hermoso.


    • Endorfinas: Son los analgésicos de nuestro cuerpo que aumentan la sensación de bienestar. De hecho, cuando uno está enamorado soporta mejor el dolor ya sea físico o emocional. Incluso nos vemos haciendo cosas por el otro que nunca hubiéramos hecho antes, cosas que de otro modo habrían supuesto un grandísimo esfuerzo ahora son sólo una muestra más de nuestra devoción.


    • Oxitocina: Es conocida como la hormona del abrazo o la afectividad. Esta relacionada con los patrones sexuales, con la conducta maternal y paternal. Va más allá del contacto sexual, parece estar detrás de conductas afectivas en los diferentes niveles de relaciones sociales. Está detrás de las caricias y los abrazos, cada zona del cuerpo (espalda, orejas, cuello, pies, genitales, etc.) está representada en la corteza cerebral, por eso donde nos toquen vamos a sentir, aunque hay partes, como manos y labios, que ocupan mayor espacio en la corteza cerebral, por tanto, son más sensibles al estímulo. Gareth Leng dice que es la hormona que ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes, tras ese primer “flechazo”. Parece ser que la oxitocina influye en que nos volvamos más cariñosos, y más generosos.


    • Vasopresina: Junto a a oxitocina se relaciona con el amor más duradero, con las relaciones más sólidas. Se observa con mayores niveles en las parejas que se dicen “felizmente casados”. Y es que el tiempo no siempre es sinónimo de fracaso en las relaciones. Hay muchas personas que aumentan su bienestar precisamente conforme la relación avanza y se hace más sólida.


Todo esto se traduce en notables efectos para la salud, tanto en esa primera fase de enamoramiento, como en el amor que experimentan parejas estables de larga duración.

Así, podemos decir que el amor es bueno para la salud, y algunos de sus efectos son:


    • Embellece la piel, el cabello y las uñas (gracias al aumento de estrógenos).
    • Previene el envejecimiento prematuro y aumenta la sensación de vitalidad.
    • Disminuye el estrés y mejora el estado de ánimo.
    • Mejora el rítmo cardiaco.
    • Fortalece el sistema inmunológico previniéndonos de enfermedades y ayudándonos a una mejor y pronta recuperación.
    • Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
    • Se generan más glóbulos rojos, a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.
    • Sobre todo ¡nos sentimos mejor!



Para los humanos, el contacto físico es una necesidad, una fuente de bienestar que los hace sentir protegidos, amados y valorados.


Fisher ha estudiado 58 culturas de todo el mundo, comprobando que en todos los lugares las pautas de las relaciones amorosas eran similares. Parece ser que el amor no entiende de culturas o idiomas. El amor tiene una base común y, pese a su aparente sencillez, se convierte en un objeto de deseo a veces complejo de alcanzar.


Muchas veces dejamos de amar por miedo o por dolor, esta postura que puede ser muy comprensible, es cuanto menos, desventajosa para quien la toma. Abrirse al amor puede ser un buen remedio para combatir el desánimo. El amor es todo un mundo por descubrir, se acerca a quienes aman y a quienes lo reciben.


En san Valentín, feliz día a todos los que aman.




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