Y se casaron y fueron felices.....¿para siempre?



Tras la merecida victoria de “la roja” en la final, toda España estalló en una alegría eufórica y contagiosa. Fueron momentos muy especiales y nos han dejado un muy buen sabor de boca que probablemente será inolvidable. ¿Qué habría pasado si no hubieran ganado? ¿Cuál habría sido la reacción? Nos basta ver las imágenes de los holandeses tras la derrota para imaginárnoslo. Es muy agradable disfrutar de estas emociones tan positivas, pero, ¿podemos decir que somos felices? y, si es así, ¿hasta cuando? Creo que todo esto invita a la reflexión.


Es importante asegurarnos de cuales son nuestras fuentes de felicidad, si son internas, o por el contrario son externas (caso del mundial). Si son fijas o variables. En el campo de la pareja sucede que muy a menudo se espera encontrar la felicidad de la mano de nuestro amor. En todo esto el cine y la música, por no mencionar otros medios de comunicación, influyen enormemente. Desde niños vemos como las muchachas encuentran a su príncipe azul y es en este momento cuando saben que serán felices “para siempre.” De adultos, y quizá sin darse cuenta, muchos se frustran en las relaciones y se reprochan en pareja “tu no me haces feliz.” De hecho, muchas matrimonios se rompen con la esperanza de encontrar a alguien que realmente les haga felices.


Es normal buscar la felicidad, pero hay que saber dónde buscarla. Si tu no eres feliz tu pareja no puede suplir una carencia que es personal, propia de cada individuo. Una forma de entender la felicidad es la satisfacción con lo que se es y con lo que se tiene. A menudo comparamos nuestra relación de pareja con la idea que habíamos soñado. Vemos que ese hombre no es tan comunicativo y que es muy poco romántico; o que la mujer no es tan comprensiva ni condescendiente como a él le gustaría. Y es precisamente esta comparación entre lo que es y lo que supuestamente “debería ser” lo que nos hace sentir mal.


Para ser feliz una cosa muy importante es que la felicidad no dependa de nuestra pareja ni de otras circunstancias, aunque desde luego influyen. Que podamos valorar lo que somos y lo que tenemos. Que cuando analicemos nuestra relación nos fijemos en el progreso y en los puntos fuertes de esta y no en si es o no como la de las películas. Conforme crecemos parece que vamos perdiendo la capacidad de ver lo positivo, y nos cuesta disfrutar porque permitimos que lo que no nos gusta nuble lo bueno del momento.


En la vida, la pareja es una parte sin duda importante, pero no es la única. No merece la pena relegar el desarrollo personal y otras relaciones por centrarnos exclusivamente en la pareja. Y entender esto, contribuye a la felicidad de la persona y suele traducirse en una relación de pareja más agradable y con menos exigencias.


Antes de concluir quisiera hacer una pequeña aclaración, en caso de maltrato físico y/o psicológico es necesario pedir ayuda externa. Cuando la relación cae en esa dinámica es muy difícil salir de ella, es algo que no debe pasar por la aceptación. Precisamente de este aspecto, el maltrato psicológico, hablaremos en el próximo artículo.


Para los demás casos, os animo a hacer una balanza, en la que además de las cosas negativas de vuestra relación, que suelen estar más presentes, incluyáis esas cosas que a veces se asumen como normales y no se valoran como un aspecto muy positivo. Que no pase un día sin decirle a vuestra pareja algo que os gusta de él o ella. Cuanto más exigentes nos volvemos menos podemos disfrutar de la relación. Además, las exigencias se viven como acusaciones, ante las que la pareja suele retraerse y distanciarse o responder con más exigencias.


A veces la mejora en la relación pasa por cosas tan sencillas como darse cuenta de lo bueno y comunicarlo. Más allá de valorar si los dos damos igual se trata de valorar como más importantes y frecuentes las cosas agradables por encima de las que no lo son.




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