El amor: una potente medicna para mejorar la salud.

En nuestra sociedad somos, cada vez, más conscientes de nuestra salud, aunque eso no siempre se traduzca en comportamientos consecuentes. Es frecuente acudir a un supermercado y encontrar entre sus productos varios que contengan la etiqueta de “bio” refiriéndose a alimentos ecológicos. Incluso hay supermercados exclusivamente de este tipo de artículos. Del mismo modo proliferan en nuestro país los herbolarios, ofreciendo una multitud de productos naturales destinados a la mejora de la salud. Entre ellos proliferan también los dietéticos. Y hablando de cultivar el físico, los gimnasios se llenan de personas que, con una u otra motivación, tratan de mejorar su tono muscular, su cuerpo o simplemente mantenerse en buena forma. Sin hablar de todas aquellas maneras de intervenir en la salud; desde la relajación, como puede ser acudir a clases de yoga o similares a la moda de las múltiples terapias que se ofrecen en los SPA destinados al bienestar personal.


Paradójicamente, en medio de este marco social donde proliferan tantas formas de mejora de la salud y de disminuir el estrés, aumenta la demanda de fármacos para combatir la ansiedad y superar la depresión. Muchas personas acuden al psicólogo con la queja de que se sienten tristes, “apagados” o simplemente vacíos. Parece ser que la insatisfacción es algo que salpica las vidas, dejándolas sin fuerzas ni motivación. No podemos limitarnos a echarle la culpa a nuestra situación socio-económica. El cambio más efectivo siempre será el que se produce desde dentro hacia fuera.


Por suerte, existen múltiples formas de enfrentarse al desánimo, de activarse, de trazarse objetivos y de superar la apatía. Como psicóloga, sé de primera mano que la terapia es efectiva, que ayuda y que sirve para provocar un cambio en positivo. Pero en esta ocasión quiero hablar de algo mucho más sencillo, más al alcance y más intenso. Quisiera referirme a una potente medicina para la mejora de la salud. Se trata del AMOR. La ciencia comprueba, en ocasiones, lo que sin teorías previas y sin saber cómo, ya habíamos experimentado. Por ejemplo, que el amor previene de enfermedades y al mismo tiempo ayuda a superarlas.


El primer estado del amor en una pareja suele ser el enamoramiento. En esta etapa, nuestro cerebro se encarga de hacernos la vida mucho más activa e intensa. El enamoramiento es un cóctel de hormonas y neurotransmisores. Este proceso químico tiene origen en el cerebro pero afecta a todo nuestro organismo. A continuación, comentamos algunos de ellos:


    • Feniletilamina: Es un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas. Es lo que podríamos entender como la flecha de Cupido, ya que se dice que es la encargada del enamoramiento. Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, sugirieron que es la responsable de los cambios físicos que experimentamos cuando nos enamoramos. Como, por ejemplo, ponerse rojo, sentir “mariposas en el estómago”, temblores, etc. Además dijeron que su producción puede desencadenarse por actos tan simples como un cruce de miradas, un roce o un apretón de manos.


    • Dopamina: Es una hormona y un neurotransmisor que actúa directamente sobre la motivación y el placer. Nos ayuda a repetir conductas placenteras enfocadas a un objetivo. Por ejemplo, escribir mensajes de amor o llamar por teléfono, sonreir, mostrarnos amables, en definitiva todo aquello destinado a expresar nuestro amor y a conseguir algún tipo de reciprocidad por parte de la otra persona (aunque sólo sea escuchar su voz).


    • Norepirefrina: Es conocida como la hormona del estrés. Influye de forma notable en el ritmo cardiaco. Éste puede aumentar hasta 130 pulsaciones por minuto. También afecta a la atención y al estado de ánimo. Su aumento nos hace estar mucho más atentos y sensibles a la persona a la que amamos y nos sentimos más felices a su lado. La antropóloga Helen Fischer observó su aumento en el cerebro de quienes decían estar “lócamente enamorados”. Este neurotransmisor produce euforia e hiperactividad. Lo que hacemos es darnos por completo, hacer todo lo que éste en nuestra mano por mimar y cuidar al otro. Lo que se ve desde fuera es algo así como si nos hubieran hipnotizado y aún si hubiera un terremoto seguiríamos mirando a nuestro amor.


    • Melatonina: Se relaciona con el ciclo sueño-vigilia, por ello en verano, cuando los días son más largos y más luminosos, aumenta la producción de melatonina (entre otras) y esto se traduce en un aumento del deseo sexual. Su déficit se relaciona con el imsonio, la depresión y la aceleración del envejecimiento. Previene el envejecimiento prematuro y aumenta la sensación interna de vitalidad. Por eso cuando estamos enamorados no sólo nos vemos mejor, nos ven mejor y también vemos mejor, todo nos parece más hermoso.


    • Endorfinas: Son los analgésicos de nuestro cuerpo que aumentan la sensación de bienestar. De hecho, cuando uno está enamorado soporta mejor el dolor ya sea físico o emocional. Incluso nos vemos haciendo cosas por el otro que nunca hubiéramos hecho antes, cosas que de otro modo habrían supuesto un grandísimo esfuerzo ahora son sólo una muestra más de nuestra devoción.


    • Oxitocina: Es conocida como la hormona del abrazo o la afectividad. Esta relacionada con los patrones sexuales, con la conducta maternal y paternal. Va más allá del contacto sexual, parece estar detrás de conductas afectivas en los diferentes niveles de relaciones sociales. Está detrás de las caricias y los abrazos, cada zona del cuerpo (espalda, orejas, cuello, pies, genitales, etc.) está representada en la corteza cerebral, por eso donde nos toquen vamos a sentir, aunque hay partes, como manos y labios, que ocupan mayor espacio en la corteza cerebral, por tanto, son más sensibles al estímulo. Gareth Leng dice que es la hormona que ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes, tras ese primer “flechazo”. Parece ser que la oxitocina influye en que nos volvamos más cariñosos, y más generosos.


    • Vasopresina: Junto a a oxitocina se relaciona con el amor más duradero, con las relaciones más sólidas. Se observa con mayores niveles en las parejas que se dicen “felizmente casados”. Y es que el tiempo no siempre es sinónimo de fracaso en las relaciones. Hay muchas personas que aumentan su bienestar precisamente conforme la relación avanza y se hace más sólida.


Todo esto se traduce en notables efectos para la salud, tanto en esa primera fase de enamoramiento, como en el amor que experimentan parejas estables de larga duración.

Así, podemos decir que el amor es bueno para la salud, y algunos de sus efectos son:


    • Embellece la piel, el cabello y las uñas (gracias al aumento de estrógenos).
    • Previene el envejecimiento prematuro y aumenta la sensación de vitalidad.
    • Disminuye el estrés y mejora el estado de ánimo.
    • Mejora el rítmo cardiaco.
    • Fortalece el sistema inmunológico previniéndonos de enfermedades y ayudándonos a una mejor y pronta recuperación.
    • Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
    • Se generan más glóbulos rojos, a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.
    • Sobre todo ¡nos sentimos mejor!



Para los humanos, el contacto físico es una necesidad, una fuente de bienestar que los hace sentir protegidos, amados y valorados.


Fisher ha estudiado 58 culturas de todo el mundo, comprobando que en todos los lugares las pautas de las relaciones amorosas eran similares. Parece ser que el amor no entiende de culturas o idiomas. El amor tiene una base común y, pese a su aparente sencillez, se convierte en un objeto de deseo a veces complejo de alcanzar.


Muchas veces dejamos de amar por miedo o por dolor, esta postura que puede ser muy comprensible, es cuanto menos, desventajosa para quien la toma. Abrirse al amor puede ser un buen remedio para combatir el desánimo. El amor es todo un mundo por descubrir, se acerca a quienes aman y a quienes lo reciben.


En san Valentín, feliz día a todos los que aman.




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¡En San Valentin invierte en el banco del amor!

Imagina que te encuentras sin dinero en una ciudad, te diriges al cajero para sacar algo y, para tu sorpresa, no tienes nada en la cuenta. ¿Te ha pasado algo parecido alguna vez? ¡Imagina que decepción! Somos conscientes que para tener dinero en el banco debemos de tener ingresos. Pero además de los ingresos es importante tener en cuenta los gastos, recibos domiciliados, etc.

En terapia de pareja uso el término “Banco del Amor” para explicar que la pareja es como una empresa con una cuenta en común. Entender que la cuenta es común es muy importante ya que sólo es efectiva si son las dos personas las que invierten. En ocasiones se lucha por una relación invirtiendo grandes dosis de paciencia, esfuerzo y empeño, pero no es suficiente para que se supere la crisis. Una relación necesita ser soportada por los dos. Aún cuando la inversión no sea equitativa, debe de existir inversión por parte de ambos.

Dicho esto pasamos a explicar cómo puede aumentar la cuenta del Banco del Amor. San Valentín puede ser una buena ocasión para ello, si se entiende como la inversión activa de recuerdos positivos en pareja. Precisamente el Banco del Amor consiste en experiencias amorosas, en memorias positivas de la relación. Digamos que los ingresos en cuenta aumentan cada vez que se percibe algo agradable realizado por o en pareja. Y es importante recalcar la percepción, ya que uno puede mover cielo y tierra, pero si la persona a la que va dirigido no lo percibe, no se logrará ningún efecto.

La cuenta del Banco del Amor es utilizada en los conflictos para reparar el daño, y si hay fondos, seguir adelante con la relación. Pero cuando echamos mano de esos fondos amorosos y no hay nada, nos damos cuenta de que “ya no merece la pena”, “ya no sentimos lo mismo”; en definitiva, que algo ha cambiado y no vemos con esperanza el futuro de la relación.

Al inicio de la relación se hacen grandes inversiones en la cuenta del Amor casi de manera automática. Pero no sucede igual con el paso el tiempo. Cuando los conflictos superan los momentos de satisfacción decimos que hay más pérdidas que ganancias y que si no ponemos remedio estaremos gastando los ahorros hasta que se agoten. Sabiendo esto, la buena noticia es que se puede prevenir, se puede invertir, se puede mantener la cuenta en positivo.

Os propongo la reflexión sobre cuánto y cómo estamos invirtiendo en la cuenta del Banco del Amor. San Valentin es un momento en el que esto se puede revisar e incrementar, pero en realidad cualquier día es bueno y necesario. No basta con un gran esfuerzo una vez al año. Para la mejora de la relación tenemos que invertir tanto o más de lo que gastamos.

El arte de amar y seguir enamorado con el paso del tiempo es un esfuerzo, y no se logra por la inercia de un buen comienzo sino con el empeño y la voluntad por parte de ambos en amar.

Para terminar os dejo con la famosa frase de Séneca como una forma de inversión:

Si quieres ser amado, ama tú.

¡Feliz San Valentín!


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Es enero, ¿nos divorciamos?

Ideas para afrontar la crisis en pareja.


“Año nuevo, vida nueva” se dice cada comienzo de enero, y al llegar diciembre estamos volviendo a hacer propósitos con el deseo de que se cumplan. La idea es buena, hacer proyectos, tener deseos, ilusionarse por el futuro, etc. Pero gran parte de esos proyectos quedan en ideas sin verse plasmados en la realidad de cada individuo. El cambio de año es un factor externo a nosotros que nos impulsa a esforzarnos. Pero para un cambio duradero es necesario tener un impulso interno, lo que entendemos muchas veces por una convicción profunda. Para evitar el desánimo y la sensación de fracaso, conviene hacer un análisis concreto de qué se quiere conseguir (objetivo), de cómo se va a conseguir (estrategias), de qué pasos hay que dar para llegar a ello (metas) y de por qué se quiere lograr (motivación o valor).

En esta ocasión quisiera utilizar el momento socioeconómico en el que nos encontramos para hacer un análisis de las relaciones afectivas. Cuando uno está en crisis puede verse colapsado, desanimado, frustrado, etc. Conozco a personas que dejan de buscar trabajo por todas las veces que lo han intentado sin resultados y por lo que las estadísticas del paro les recuerdan. También los hay que querían emprender un negocio, pero bajo este panorama se retraen y prefieren no intentarlo. Bajo este estado de ánimo es fácil que se dejen de hacer cosas, o bien, se hagan en exceso dando palos de ciego, deseando desesperadamente una mejora inmediata.

A día de hoy muchas parejas, al igual que la sociedad, se encuentran en crisis. Esta situación es afrontada de distinta manera por cada persona. Algunos se plantean el divorcio como única solución, otros ven la separación temporal como un alivio momentáneo, otros optan por aislarse, por dar lo mínimo a la pareja, otros realizan viajes o actividades que sirvan para avivar, aunque sea temporalmente, la pasión, etc. Cuando esa relación, en la que uno se embauco con esperanza y determinación, hoy es indeseable, asfixiante o distante, decimos que la pareja está en crisis. Ante esa crisis la calma es fundamental para poder analizar cómo hemos llegado allí y qué podemos hacer para lograr el cambio. Y ese análisis es precisamente el que trato de realizar en éste artículo.

A continuación tres cosas a tener en cuenta en el análisis de la relación de pareja en momentos de crisis:

Asumir: Por lo general uno tiende a ver la culpa en factores externos. En terapia de pareja he escuchado cosas como “yo sería más cariñosa si el fuera más comunicativo conmigo”, “ me enfado porque él no es como yo quiero”, “si no fuera por su forma de ser tan exigente y su mal carácter, yo no habría sido infiel” y un largo etcétera. Es fácil asumir que la mayor parte de culpa está en nuestra pareja y no en nosotros, que si fuera por nosotros las cosas se habrían hecho de otra manera. Incluso siendo cierto esto, siempre hay algo que está en nuestra mano, siempre tenemos parte de responsabilidad en la pareja, aunque sea la de permitir o no. Si estamos en una crisis y nada depende de nosotros, entonces sólo podemos esperar a que algo suceda o abandonar el barco. Pero en el momento que asumimos, aunque sea una mínima parte de responsabilidad, nos damos cuenta de que hay algo que podemos hacer para el cambio. Asumir no es culparse o condenarse, es reconocer, darse cuenta. Cuando asumimos, estamos más cerca del cambio.

Recordar: En las crisis podemos vernos estancados y perdidos, dudando de que se pueda salir de esta situación. Los errores del pasado, a veces nos persiguen hasta el presente, salpicando incluso el futuro. En una pareja que está en “banca rota” se observa la facilidad que se tiene para reprocharse cosas del pasado. Salen frases que comienzan por: “si hubieras hecho o dejado de hacer”. Se pierde la perspectiva del progreso, de todo lo que se ha superado. Se tienden a olvidar los méritos logrados. Para acercarse a una posición de equilibrio y bienestar afectivo, es interesante que la pareja recuerde cómo comenzó, por qué se enamoró, qué cosas han hecho juntos, qué cosas han atravesado unidos, etc. Esto fortalece la fe en la relación. Cuando recordamos todo lo que ya hemos avanzado de manera exitosa nos enfrentamos con más ganas al futuro.

Proyectarse: En los medios de comunicación se habla de una generación que ha perdido la capacidad de soñar. Cuando uno piensa en el futuro y no ve una mejoría de sus circunstancias actuales, deja de esperar con ilusión el cambio, se resigna o rechaza el presente. En una pareja la capacidad de proyectarse en el futuro aumenta tres características esenciales: la pasión, la intimidad y el compromiso. Si pensamos que hay algo por lo que luchar y que merece la pena, emplearemos todas nuestras fuerzas y voluntad en ello. Si piensas “esta relación no va a ninguna parte” es probable que no lo haga. Si deseas que la relación mejore hay que concretar objetivos en la pareja. Objetivos no es lo mismo que exigencias. Por ejemplo, un objetivo en pareja puede ser tener una comunicación más íntima y positiva. Para ello puedo ponerme pequeñas metas que me ayuden a lograrlo. Ejemplo de estas pequeñas metas puede ser pasar 10 minutos todas las noches diciendo lo que nos ha gustado hoy el uno del otro, dar un paseo de 30 minutos los sábados recordando cosas de cuando nos enamoramos, tomar un café los domingos por la tarde en un sitio especial, etc. Cada persona tiene objetivos o al menos deseos como individuo y otros que se descubren en la relación afectiva. Los proyectos mantienen viva la emoción de conseguirlos mientras nos aproximamos a ellos.

La relaciones de pareja no son siempre fáciles, pero tampoco lo es la vida en general. La mayor satisfacción no viene de el mínimo esfuerzo sino de aquello que nos ha costado, pero hemos alcanzado. Pequeños cambios en el día a día de la pareja pueden producir un gran cambio en el futuro de ésta.



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Vivir con un seductor.

Vivir con un seductor. El otro lado de la seducción


La seducción, un juego erótico considerado por algunos un auténtico arte, precede al enamoramiento y, en ocasiones, da paso al amor. Pero, ¿qué sucede cuando un miembro de la pareja siempre hace las delicias de los demás?

Mi marido siempre es el centro de atención de todas las miradas. Atractivo, inteligente, atento… Desde que comenzamos a salir, hace cinco años, en más de una ocasión he tenido celos. Me sentía mal al ver lo que consideraba una actitud desleal, y tenía miedo de que en algún momento surgieran terceras personas. Pero ahora sé que no se esfuerza en seducir ni tiene malas intenciones. Su marcada personalidad, el interés que muestra hacia los demás y su facilidad para interactuar hacen de él una persona con mucho magnetismo”, comenta Marina, de 36 años.

Aunque, normalmente, cuando pensamos en la seducción, nos viene a la cabeza una forma de conquista dirigida a obtener una recompensa sentimental o sexual, lo cierto es que este término es mucho más amplio. Y hay quienes brillan por donde pasan sin proponérselo, sin segundas intenciones. “En su versión negativa, alguien con una personalidad seductora es el que consigue lo que desea usando artes de dudosa honestidad, pensando sólo en su propio beneficio. Pero, en su versión positiva, la personalidad seductora es la de alguien encantador, fascinante, atrayente, una persona que ilusiona y te motiva para hacer algo en beneficio mutuo, o incluso sólo en tu propio beneficio, de manera altruista. En realidad hay multitud de personalidades seductoras“, explica Alberto Hidalgo, psicólogo, experto en seducción y autor del libro Psicología y Seducción.

APRENDER A SEDUCIR

Según apuntan los especialistas, la capacidad para seducir comienza en la infancia y, además, puede entrenarse. “Aunque hay niños más seductores que otros, la capacidad para atrapar la atención, la confianza y el afecto de los demás no es genética, sino que exige entrenamiento y aprendizaje”, explica Alejandra Vallejo-Nágera, psicóloga, docente y autora del libro Psicología de la seducción. Eso sí, independientemente del objetivo que tenga cada uno, hay un denominador común: una dosis de provocación. “No es posible seducir a alguien ante quien pasamos desapercibidos -explica Vallejo-. Tenemos necesariamente que captar su atención, haciendo que el resto del mundo quede como murmullo de fondo. A veces esta llamada de atención es provocadora, pero es difícil no caer en el histrionismo. La llamada de atención más eficaz es aquella que funciona suavemente, sin que el destinatario sea consciente, de ello.”

SEDUCIR SIN PRETENDERLO

Si dejamos a un lado los tópicos, el verdadero seductor, lejos de ser aquel que -como indica Hidalgo- desea ser el centro de atención y tiene como fin “capturar presas o ganar medallas”, es aquella persona que se interesa por el resto sin buscar, necesariamente, una relación o contacto sexual. Y, como señala este psicólogo, también hay que tener en cuenta que cada uno tiene su fórmula. “Unas personas pueden exteriorizar afecto mediante un abrazo. Sin embargo, otras prefieren hacerlo con una caricia o un beso. Y, a su vez, a la hora de conseguir ese beso, unas lo intentarán pronunciando unas palabras amables y otras mediante una caricia. Son dos maneras de seducir con el mismo propósito: recibir un beso. Ambas están usando el mismo principio universal de seducción, ‘lo afectuoso’, pero cada una lo realiza de manera diferente.”

UNA FUENTE DE PROBLEMAS

Sofía, de 34 años, considerada por sus conocidos como una “seductora nata”, no responde al concepto de mujer fatal, pero es consciente de que siempre ha tenido lo que ella define como “gancho”. Mentalmente saludable, amable y conocedora de sus puntos fuertes, se mueve como pez en el agua en cualquier situación. Y, por supuesto, atrae las miradas de todos los que la rodean, algo que, en ocasiones, ha desatado malestar en Julio, su pareja. “Desde niña he tenido una especie de don para llevar a los demás a mi terreno. Nunca fui especialmente bella, pero sí simpática, cariñosa y, sobre todo, muy cercana, positiva y sociable. Quizás ésta es la causa de que mucha gente me defina como seductora, algo que para la persona con la que compartes tu vida no siempre resulta sencillo.

De hecho, mi novio, al principio, pensaba que provocaba, que mi conducta buscaba algo más, pero a medida que me fue conociendo se dio cuenta de que no es así. Creo que la personalidad influye, y para gustar a los demás primero hay que gustarse a uno mismo. Y para evitar conflictos hay que ponerse en el lugar del otro y ser sincero”, comenta Sofía, de 34 años. Como bien explica la psicóloga Anna Isabel Gil Wittke, son muchas las cualidades que pueden despertar el interés de los demás. “Más allá del físico, entendemos que la personalidad puede resultar un elemento de seducción. Una persona seductora es aquella que se comporta de una forma positiva, que resulta de agradable interacción. Se trata de personalidades que, en su desarrollo, han potenciado la capacidad de despertar deseo afectivo y/o sexual.”

AUTOESTIMA Y CONFIANZA

La autoestima, la valoración que hacemos de la información que tenemos sobre nosotros mismos y la confianza resultan claves para evitar que tener al lado a una persona seductora se convierta en un problema para la pareja y la destruya. “A menudo se descuida la relación de pareja una vez que ésta avanza. Yo suelo explicárselo a los pacientes con la siguiente metáfora: Si tienes un coche, para que éste funcione, lo más importante es ponerlo en marcha, pero una vez que arranca y avanza no se puede quitar la llave, no puedes abandonarlo y esperar que éste siga avanzando sin percances. La pareja requiere una inversión. Mantener la pasión y el deseo precisa una seducción consciente y sostenida. Además, hay que invertir en autoestima. Cuando uno tiene la necesidad de afecto puede buscar que su pareja sea quien la satisfaga. Pero antes de ello será necesario querernos a nosotros mismos y aceptarnos. Creernos y vernos atractivos aumenta la confianza en nosotros, y eso influye en nuestra forma de relacionarnos y de desear la interacción afectiva y sexual”, comenta Gil Wittke.

ACEPTAR AL OTRO

Lejos de abrir un frente de batalla que termine con la relación, y siempre y cuando queramos seguir con nuestra pareja, el único camino posible es aceptarlo y darle la vuelta a la tortilla. Considerar las cualidades que hacen brillar al otro como algo positivo y un bien preciado del que nosotros disfrutamos en primera persona es la mejor manera de dejar a un lado los celos y la inseguridad. “Es imprescindible aceptarlo y disfrutar las cualidades y atractivo de esa persona. De lo contrario, estaremos sometidos a un constante tormento de celos que no conduce a casi nada bueno. Es una injusticia enamorarse de un seductor/a precisamente porque posee esa cualidad, pero, una vez está con nosotros, pretender que deje de serlo. Como también es injusto enamorarse de alguien con ojos azules y pretender que deje de mirar a los demás. Si alguien nos gustó por su atractivo, es mejor comprender que esa característica puede gustar también a otros y que, lejos de ser algo malo, es algo bueno que tenemos la suerte de compartir”, concluye Vallejo-Nágera.

COMPRENDER LA SEDUCCIÓN

• La seducción no siempre es una forma de conquista dirigida a obtener una recompensa sentimental o sexual.
Hay personas que lo consiguen sin proponérselo, y no necesariamente está motivado por un deseo de traición o infidelidad.
• Hay multitud de personalidades seductoras. Entre ellas, la de alguien encantador, fascinante, atrayente, una persona que ilusiona y te motiva para hacer algo en beneficio mutuo, o incluso sólo en tu propio beneficio, de manera altruista.
• Aunque muchos tienen una facilidad asombrosa para seducir, esta habilidad comienza en la infancia y puede entrenarse.
• La autoestima, la valoración que hacemos de la información que tenemos sobre nosotros mismos y la confianza resultan claves para evitar que tener al lado a una persona seductora se convierta en un problema.
• Considerar las cualidades que hacen brillar al otro como algo positivo y un bien preciado del que nosotros disfrutamos en primera persona es la mejor manera de dejar a un lado los celos y la inseguridad.

CONSEJOS PARA PROTEGER A LA PAREJA

• Encontrar tiempo de calidad para dedicarle a ésta.
• Poner todo de tu parte para solucionar cualquier problema que os haya distanciado.
• Mimarla: abrazos, besos, caricias, masajes, etc.
• Regalos, sorpresas, detalles.
• Dialogar con frecuencia.
• Tener algún proyecto que os ilusione para crearlo juntos a corto, medio o largo plazo.
• Reforzar lo que os une y dejar a un lado las diferencias.
• Invertir tiempo en una vida sexual más placentera.
• Proponer actividades de ocio para realizar juntos.



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¡Que no te tomen el pelo!

Hoy es el día mundial en contra de la violencia de género, vamos a aprovechar para reflexionar.

A continuación os presento un estracto de lo que fue la presentación en contra de la violencia de género y la manipulación de los medios de comunicación que hemos realizado recientemente en los institutos de Torrevieja. El taller se titula "Que no te tomen el pelo". No es lo mismo sin las explicaciones, pero por lo menos os hacemos una invitación a reflexionar en la violencia de género como un problema social, educativo y de pensamiento.

En los medios de comunicación se habla de estadísticas e incluso de los detalles más morbosos en torno a la muerte, pero pocas veces se explica cómo comienza todo esto. Una no se casa con un hombre que de la noche a la mañana se vuelve un maltratador, antes hay señales, indicios que deberían de ser llamadas de atención y no relativizarlos ni disfrzarlos.

El cambio pasa por un cambio en la forma de las relaciones, en la valoración y el respeto, en la resolución de conflictos de forma adecuada.

Esperamos que os guste:























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"Después de ti"



Es curioso ver como el ser humano es capaz de amar y odiar con la misma intensidad. Nos comprometemos a unirnos a una persona, en principio, “pase lo que pase”, con el amor como alianza. Sin embargo ante la ruptura de ese amor, no siempre se rompe del todo la unión. El dolor que nos han hecho puede provocar en nosotros sentimientos de odio y rencor que no son fáciles de quitar. ¿Por qué nos cuesta perdonar? ¿Por qué nos es tan difícil dejar a un lado la amargura de dolor? ¿Por qué tratamos de olvidar y cada vez nos cuesta más? ¿Por qué nos cuesta soltar? ¿Qué es lo que nos da miedo?

En consulta, veo con cierta frecuencia a personas que vienen sin su pareja para pedir apoyo y asesoramiento sobre la decisión de divorciarse. En concreto, recuerdo un caso en el que el marido vino diciéndome que ya no aguantaba más, que sentía que su mujer le había ridiculizado, que estaba harto, cansado y muy dolido. Dijo que lo que quería era divorciarse, que ya no había vuelta atrás, que lo tenía claro, pero no podía dar el paso sólo. Cuándo le pregunte que le gustaría que sucediera en su vida que le ayudara a estar mejor, me respondió de forma rotunda que, si su mujer le pidiera perdón y quisiera tratarlo de forma más cariñosa, el también cambiaría, la perdonaría y lucharía por la relación. Es decir, que lo que en el fondo quería no era divorciarse, como decía, sino que su mujer se diera cuenta de su dolor y le mostrara el amor que tanto anhelaba.

Perdonar significa desprenderse del daño que esa persona nos ha causado. Y a veces, el dolor, es todo lo que nos queda de alguien a quien hemos amado con pasión. Puede que en el fondo sepamos que nos desvincularemos de verdad si soltamos el dolor. Y quizá, aún conservamos la ilusión de que la relación hubiera funcionado de otra manera. Un deseo o una necesidad nos susurra que esperemos, que merecemos ser amados y que una injusticia así no nos puede haber sucedido a nosotros. El dolor, inevitable en la vida, nos advierte, nos protege y a la vez nos vincula. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero a nosotros nos gustaría que el daño lo repare quien lo causo. A lo mejor nos da miedo olvidar, pero perdonar no significa olvidar. Es más bien no tener en la cuenta pendiente lo que esa persona nos hizo. A veces no podemos esperar a que quien nos hirió nos pida perdón, porque no sucederá. Y si seguimos esperando sabemos que nos quedaremos en el lugar dónde nos lastimaron, donde nos abandonaron, donde nos decepcionaron. Cuando nos quedamos en ese lugar corremos el riesgo de que pase el tiempo y nos frustremos más aún, si cabe, con quien nunca volvió a pedir perdón, con el mundo que no comprende el dolor que sentimos y nos dice que “eso ya es agua pasada” y al fin al cabo con nosotros mismos por no poder avanzar.

Iniciar una relación amorosa puede ser algo maravilloso y es algo que por fortuna podemos escoger. Cuando esa relación termina también podemos decidir. Cuando vivimos el presente con resignación la experiencia es desagradable porque nos resistimos a algo inevitable que no escogemos. Cuando aceptamos lo que ha sucedido estamos decidiendo, tomamos las riendas y podemos soltar.

A veces no abandonamos el dolor porque lo consideramos una penitencia por la culpa que sentimos. Puede que esa culpa ni siquiera sea consciente. Pero, a lo mejor, la relacionamos con algo que hicimos anteriormente. Recuerdo una vez en la que una mujer estaba sufriendo por la agresividad constante de quien era su pareja en ese momento. Este hombre la ridiculizaba continuamente frente a los demás. Ella se sentía paralizada, incapaz de defenderse. Tras algunas sesiones en terapia descubrió que en el fondo se sentía así porque se seguía sintiendo culpable por haber sido una adolescente muy rebelde. Con su padre se llevaba bien, pero no se dio cuenta del daño que le hacía a su madre cuando la ridiculizaba frente a sus familiares y la tachaba de “pesada y anticuada” frente a sus amigas.

Puede que el dolor sea todo lo que nos queda de esa persona a la que amamos, pero quizá sea el momento de escoger. Avanzar supone un esfuerzo porque no tenemos garantías en un cien por cien de que vayamos a tener éxito. Escoger es un riesgo que implica una pérdida de lo que abandonamos pero una ganancia de algo más valioso, aunque sea el perdón, autonomía, o caminar en una nueva dirección. Perdonar es desvincularse. Decir adiós al pasado es una forma de saludar y abrazar el porvenir.


Un sólido egoísmo protege del amor, pero al final hay que ponerse a amar para no caer enfermo, y se cae enfermo cuando no se puede amar.

Freud.




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TERAPIA DE PAREJA



Por Maria Dolores Alarcón Soriano.



¿Qué es la terapia de pareja?


La terapia: acción y reflexión. El paciente es agente activo de su propio proceso. Este proceso lleva implícito una reflexión.

Dicho lo que es la terapia, habrá que matizar la diferencia entre la terapia individual y la de pareja:

- En la terapia de pareja, ambos miembros vienen a consulta porque reconocen que su malestar está relacionado con dificultades que tienen lugar en la relación con la pareja. En la terapia individual, la persona viene porque coloca su malestar en un problema individual. Por tanto, la pareja sitúa el malestar en esa relación por encima de que esté en otro lugar.

- Puesto que el malestar se sitúa en la relación con la pareja, se suele poner el origen del problema en el otro miembro. De ahí que, al comienzo de la terapia, cada miembro habla de lo que cree que el ocurre al otro, o cómo lo que hace el otro se convierte en un problema para uno mismo. En definitiva, se responsabiliza al otro miembro de los problemas que hay en la relación. Ambos están muy polarizados en los extremos. El proceso de terapia de pareja permite este acercamiento mutuo, que se consigue en la medida que cada uno asume su responsabilidad de las dificultades en la pareja. Así aunque se haga en pareja, la terapia es un proceso donde cada uno va a reflexionar sobre sí mismo para así poder acercarse al otro.


Objetivos de la terapia de pareja:


  1. Sacar a la pareja de su estancamiento. La pareja se ha estancado en posiciones extremas, y se trata de flexibilizar su comportamiento y sus dinámicas. Conseguir un equilibrio libre y flexible.
  2. Clarificar la relación. No se trata de salvar a toda costa la pareja, sino de que se llegue a una conclusión clara sobre lo que está ocurriendo y si ambos miembros están de acuerdo cambiar aspectos para continuar con la relación.
  3. Conocimiento de sí mismo: qué le lleva a uno a fijarse en esa actitud extrema, qué ideales le han hecho estar en esa postura, qué temores hay tras esos comportamientos; qué necesidades no satisfechas.
  4. Mayor comprensión para la pareja: tras conocimiento profundo de uno mismo, conocer y comprender también al otro; aceptarle como es y no como se quisiera que fuese (lo que no significa que se trate de dejar la relación tal como está y que se trata sólo de “tragar con los defectos del otro y ya está”; aclarar muy bien que no se trata de eso. Se trata de que “cada uno es como es”, pero se puede comportar de forma distinta. Tras esa compresión de uno mismo y del otro, las dinámicas entre la pareja cambiarán)

Sólo en apariencia hay un contraste polar entre ambos. En el fondo, son profundamente parecidos. Por eso se escogieron mutuamente para estar juntos.

  1. Conocimiento de la dinámica de pareja, cómo se ha ido desarrollando la situación problemática hasta la actualidad.

Es importante dejar claro, sin lugar a dudas, que parte de la hipótesis de todo conflicto conyugal es originado al 50% por los dos miembros de la pareja y que es inverosímil que uno de ambos sea más culpable que el otro.

El objetivo terapéutico a conseguir con la pareja será que cada uno busque una forma de relación que compagine óptimamente con las inclinaciones y aptitudes en que los miembros de la pareja se acepten con auténtica libertad, solidaridad y responsabilidad frente al otro miembro, a la familia y al entorno. Conocimiento, aceptación y responsabilidad de ese 50% de la relación.


¿Cuándo acudir a terapia de pareja?


Cuando se está dando una situación muy angustiante en la relación, de la que la pareja no se siente capaz de solventar por sí misma con los recursos con los que cuenta. No es necesario estar al borde de la ruptura.


¿Se puede hacer terapia de pareja con sólo un miembro?


Se puede trabajar una problemática de pareja con sólo un miembro de ellos que lo refiera. Esto ocurre porque la pareja, como una díada, es un sistema; y alterando el comportamiento de uno de los miembros de la pareja se altera el sistema. La perspectiva será la misma que trabajando en pareja: se tendrá en cuenta la dinámica existentes. No se trata de “curar al miembro de la pareja que es el que está loco” o de “enseñar a uno de ellos a cambiar al otro, que es el que realmente está mal”. Cada uno tiene la mitad de responsabilidad sobre los problemas que hay en la pareja. El miembro que acuda a terapia, asumirá esta parte y la modificará. Cambiando su parte, al ser la díada algo dinámico, el otro miembro también cambiará la suya. Lo que puede ser que ocurra es que estos “movimientos” que haga el otro, se dirijan hacia un acercamiento o hacia un alejamiento en la pareja.



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